Se nos ha ido, el día 3 de noviembre, día doblemente fatídico en el que falleció también el marido de Emilia, nuestro querido entrenador de baloncesto. Se llamaba Manuel Vázquez, de 68 años, desconocido para el común de la gente, pues apenas se hacía notar. Era un enorme entrenador y una persona de gran corazón. Exigente y comprensivo, sabía tener con nuestros muchachos una mano izquierda prodigiosa. Todos nuestros jugadores lo querían: se preocupaba sinceramente por ellos, tanto como jugadores como personas. Hombre de cierta retranca, trabajador, entrenador altruista, independiente, bonachón, alegre, chistoso, entregado a los demás.
Le sorprendió- nos sorprendió a todos- el zarpazo inesperado, imprevisible y fatal de la muerte. Pocos días antes parecía gozar de buena salud. Fui a verlo al hospital; se alegró muchísimo. Le vi pachucho, con cara demacrada, padeciendo. Se emocionó, nos emocionamos. Posteriormente a su fallecimiento, su mujer me comentó que, nada más irme, Manolo le dijo: “¡Qué bonito es que te valoren!” – por la visita que le habíamos hecho-.
Entrenó, años atrás, al equipo de IES Santa Teresa, hasta que este instituto se cerró. Después pasó a nuestro centro con la misma ilusión y entrega.
Le queremos rendir un homenaje con estas sinceras palabras, dedicar un recuerdo imborrable a su figura y decirle que su memoria permanecerá en todos nosotros.